La persona capaz de guiarse por su inteligencia en la vida, es la que se da cuenta, controla ,prevé sus propias emociones.
Los sentimientos de felicidad no se dan por casualidad , sino que son consecuencia de una serie de pensamientos y actos acertados. En esa opinión coincide con el método científico ,la filosofía de la antigüedad y el budismo ,hablan todos de lo mismo el principio de causa-efecto.
Habitualmente, el pensamiento occidental tiende a darle más valor a las decisiones correctas. Creemos que si supiéramos acertar todas las veces que nos hallamos ante un problema en nuestra vida ,muchas cosas cambiarían para mejorar.En cambio, la tradición budista y la de la antigüidad concedían más importancia al apego de unas determinadas costumbres que juzgaban formativas para el espíritu . Ya que no deberíamos tanto de cambiar nuestra situación , si no a nosotros mismos.
A fin de cuentas, el valor que le damos a la decisión consciente es cosa de fe.Pero cuando se trata de vivir días felices nos volvemos especialmente avaros de nuestras energías. Y sin embargo la formula de la felicidad es bien sencilla. En el camino de la felicidad, los verdaderos secretos son la determinación, el esfuerzo y el tiempo, según explica el Dalai Lama .
Y la ciencia le concede la razón en este punto.
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